Pero, ¿de dónde surge todo esto?
De la necesidad de poner al Negocio en el centro, liderando la creación de sus activos digitales, que aprovechan las tecnologías más actuales para generar beneficios en su cuenta de resultados. Y que deben adaptarse a un entorno cambiante.
De partida sabíamos que tendríamos que experimentar, con casos exitosos y con aprendizajes. Pero con total transparencia, con un modelo de financiación que permite a nuestros Negocios asumir riesgos controlados, reduciendo la barrera de entrada a este proceso de experimentación, y con la responsabilidad de medir y hacer suyos esos impactos generados por sus Activos.
Para ello decidimos adoptar una forma de trabajo en la que el negocio fuera mucho más que un usuario de clave, sino dueño de ese producto que se estaba construyendo. Se buscaron figuras de Product Owner en los negocios y se armaron los primeros casos digitales con una serie de equipos que inicialmente trabajaban aplicando Scrum. Con una mentalidad muy de proyecto, aunque sí que estaba sobre la mesa que la consecución de los impactos llegaba una vez que ya estás en producción.
Esta nueva forma de trabajo proporcionó más autonomía para desplegar infraestructuras y nuevas versiones de los productos, adaptándose de forma sencilla a los cambios. Se va construyendo de forma flexible, según marca la visión del producto, y según avanza el entendimiento de cómo los usuarios utilizan el producto, y qué beneficios aporta.
Cuando se trasladó a los equipos de Servicios de Infraestructuras, se dieron cuenta de que con el modelo operativo tradicional no iba a ser posible atender toda la demanda generada, o atenderla de la forma en que este programa digital nos demandaba.